Siempre me gustó el color de la sangre. Y el olor, sobre
todo el olor. Tal vez, por eso me hice enfermera, por eso y por mi muñeca
Nancy. Hacía tiempo que no pensaba en ello, pero hoy estoy particularmente
nostálgica.
Adoro el destello de las
agujas antes de encajarlas en la jeringuilla. Localizar la vena y presionar el
embolo me hace sentir poderosa. Los ojos del paciente, abiertos como los de un
chiquillo que ve al monstruo salir del armario, y el ligero temblor de su
cuerpo cuando atravieso la dermis del brazo, me provocan un placer
indescriptible. Mirarlos fijamente. Apoyar la palma de mi mano sobre su frente.
No te va a doler, te lo aseguro. Saber que sí, que les va a doler muchísimo, un
dolor atroz, ardiente y asfixiante. Me excita susurrar sus nombres, despacio,
saboreando cada silaba, deslizándolas entre mis labios. Incontables rostros
acumulados en mi cabeza observándome desde una cama del hospital. Cuerpos
retorciéndose entre espasmos y gruñidos, clavando sus uñas en las sábanas sin
poder hablar, únicamente pánico, agonía y muerte. Camisas de hospital orinadas y
repletas de mierda desprendiendo un deplorable olor, impregnándolo todo con el
aroma metálico de la muerte.
Ahora en la prisión todo es
distinto, pero no tuve más remedio que desaparecer ante la irrupción de la
policía haciendo estúpidas preguntas. Matar aquí resulta más complicado, aunque
con los condenados a muerte, al menos, es legal. Escuchar su último estertor
sigue siendo el mejor orgasmo que existe.
¡Hola, Pedro! Muchas gracias por participar en el microrreto. Nos presentas aquí a una villana en toda regla, con una actitud basada en anti-valores, en un relato inquietante y terrorífico. Además, todavía causa más incertidumbre que el relato esté en primera persona, pues lo está admitiendo todo con una naturalidad bastante perturbadora. El título Nancy y su significado relacionado la muñeca, le da una cualidad extra al personaje.
ResponderEliminarUn abrazo.
Mucha gracias, M.A. Encantado de participar siempre que se pueda. Un abrazo.
EliminarTremenda villana, terrible, muy buen micro y muy bien descripta todas las situaciones previas a la muerte, hasta el punto que llega a repugnar la situación, te felicito.
ResponderEliminarSaludos PATRICIA F.
Gracias, Patricia. He intentado retorcer el discurso del personaje bastante .
EliminarSaludos.
¡Qué crack, Pedro!
ResponderEliminarUn tremendo micro en el que se visualiza esos ojos inyectados en sangre de la villana que juega a ser Dios y se excita con su propia maldad. Y luego está la derivada de la pena de muerte legal que convierte a las sociedades que la practican en monstruos legales en nombre de la ley.
Felicidades.
Muchas gracias por tus palabras, Miguel. Lo peor de lo peor, hacer semejante barbarie en nombre de la ley.
EliminarUn abrazo.
¡Uf! Un micro aterrador, Pedro. Maldad en estado puro con un final que, como dice Miguel, contiene también una crítica social muy potente. Estupenda tu historia.
ResponderEliminarMuchas gracias, Marta. La idea era retorcer mucho la voz del personaje. Un abrazo.
EliminarHola Pedro da mucho miedito la enfermera esperemos no encontrarnos con ella. Un abrazo.
ResponderEliminarEsperemos que no , Ainhoa, esperemos que no , jejeje. Un abrazo.
EliminarUna villana que no sólo logró su impunidad, sino que ejerce su violencia, su instinto asesino, avalada por la ley,
ResponderEliminarSaludos.
Muchas gracias, Demiurgo.
EliminarSaludos.
Esa no mata por piedad sino por placer, lo que la hace más repulsiva. Nunca he mirado a la cara a la ATS que me ha inyectado una medicación, pero creo que lo haré a partir de ahora, a ver si detecto alguna mirada sospechosa, je, je.
ResponderEliminarUn saludo.
Jajaja, yo también soy de mirar para otro lado, Josep. Gracias por el comentario.
EliminarSaludos.
Hola, Pedro, qué gran acierto encadenar uno de los momentos en los que el ser humano es más frágil (la enfermedad) con la asistencia y cuidado de quien debe preocuparse por nuestra salud pero acaba convirtiéndose en el ángel de la muerte personificado. Me ha encantado la caracterización de la antagonista. Hay ciertas sociedades en las que se legalizan ciertos comportamientos para acabar convirtiendo a asesinos en potencia en héroes de guerra o en verdugos carcelarios que son modelos ejemplares para su sociedad. Cuando esas sociedades te las muestran como objetivo a alcanzar, da escalofríos. Muy buen relato, me ha gustado.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchas gracias, Carles.
EliminarUn abrazo.
Hola Pedro, el mundo de los placeres no tiene límites. Lo has representado genial. Por muy encerrado que uno se encuentre, siempre hay alguien o algo cerca: personas, animales. Y los objetos punzantes y cuchillos los ideales. Algún trauma de niña perservera en esta enfermera. Pobre muñeca rota. Un abrazo
ResponderEliminarMuchas gracias, Emerencia. Un abrazo.
Eliminar¡Hola Pedro! Un relato muy inquietante en el que quién se supone que debe velar por nuestra seguridad y bienestar en el hospital, una enfermera, acaba por ser nuestro verdugo. Te deja pensando en si realmente estamos a salvo de la muerte en algún sitio. Muy buen micro, me ha gustado mucho. Un saludo.
ResponderEliminarA veces lo cotidiano es lo que mas miedo nos produce.
EliminarMuchas gracias, Rocio. Saludos.
Hola, Pedro:
ResponderEliminarNo es que la visión de la sangre me lleve al desmayo, pero sí que me desagrada. Por el contrario la visión de un gran relato me estímula.
Gracias por el estímulo de tu relato, Pedro.
Muchísimas gracias por tu amabilidad, Nino. Un abrazo.
EliminarEsa mujer tiene que trabajar en urgencias ya mismo.;)
ResponderEliminarY además, doblando turnos :-)
EliminarDios mío, esta mujer espero no encontrarme en el hospital, ya que dentro de poco
ResponderEliminartengo que ir, jajajajajaja muy bueno si señor, besos de flor.
Jajajaja, tranquila, Flor. Tenemos una excelente sanidad y unos magníficos profesionales. Un beso.
EliminarUn micro excelentemente inquietante. Conciso. Me ha gustado mucho.
ResponderEliminarMuchas gracias, Guille.
EliminarSaludos.
Wow, Pedro, que personajazo te has sacado de la manga. Qué manera de relamerse entre sus atrocidades, entre sus víctimas. Lo has descrito perfecto, he sentido su voz susurrándome las atrocidades de las que disfruta.
ResponderEliminarUn relato sublime, compañero.
Un abrazo!
Muchas gracias, Pepe. Después de escrito, me han venido a la cabeza un par de ideas para algo mas largo. Ya veremos en que queda al final.
EliminarUn abrazo !
Jajja.. me has ganado con lo del emmmmmbolo y la sensación de poder que proporciona lo de insuflar la muerte. Asumiendo el papel de dios (solo la mitad de quitar la vida). Y la investigación y las preguntas como un incordio menor. Pero lo de la reconvención profesional ha estado genial. Ahora trabaja para la administración. Y seguro funcionaria del estado. Igualita que nuestro pepe isbert.
ResponderEliminarAbrazoo
Jajaja, qué bueno, Gabiliante. En el mundo laboral hay que reciclarse, ya sabes.... :-)
EliminarRealmente espeluznante. Y tan bien narrado como siempre, con todo lujo de detalles. El nombre elegido… uf… da “yu-yu”, pero es un rato original…
ResponderEliminarUn abrazo :)
Gracias, Maite. Un abrazo :)
EliminarMás que una villana has creado una auténtica hija de puta. Lo has bordado, Pedro. Felicidades.
ResponderEliminarUn abrazo.
Me alegro que te haya gustado, Chema. Un abrazo.
Eliminar¡Hola, Pedro! Me encanto esta narración en primera persona en la que la villana muestra con total naturalidad su pulsión. Además, elementos como que esa una mujer (su modus operandi es el típico de las asesinas en serie), el control (un sanitario es Dios cuando el paciente queda a la merced de sus cuidados) y el placer (los asesinos en serie encuentran en la dominación y el poder la manera más eficaz de saciar su pulsión, lo que para ellos es una necesidad). Todo ello, además de que en la realidad han existido bastantes casos, le da una verosimilitud al micro que estremece al lector. Fantástico! Un abrazo!
ResponderEliminarHola, David. Han sido un clásico las enfermeras. Y como comentas , ha habido casos reales que han superado a la ficción , como siempre ocurre. Gracias por tus palabras. Un abrazo.
EliminarHola Pedro, un relato inquietante, primero porque de alguna forma hay más asesinos en serie hombres que mujeres. Creo que la idea que asociamos con las enfermeras es de cuidados, de servicio y bueno nos planteas una asesina en serie que estremece. Claro, de que las hay, las hay. Me recordaste un caso muy sonado en México de una enfermera (o se hacía pasar como tal) que se dedicaba a matar ancianas. Le pusieron de mote "la mata viejitas". Un horror. Me encantó que tu relato nos deja con una sensación de desasosiego, imaginándola obteniendo placer de formas retorcidas ahí en la cárcel. Excelente.
ResponderEliminarHola, Ana. Como le comentaba a David arriba, los casos reales han sido muy escandalosos en todo el mundo. Un abrazo y gracias por pasarte.
EliminarHola, Pedro. Lo que tenemos aquí no es solo una villana, es una psicópata en toda regla. Lo malo no es que tenga un odio que le lleve a matar, es que siente placer haciéndolo y para rematar lo hace ahora por mandato judicial. Has escenificado con todo lujo de detalle la acción de inyectar y las consecuencias. Un abrazo.
ResponderEliminarHola, isan. Una psicópata de manual la protagonista. Muchas gracias por tu comentario. Un abrazo.
EliminarEl personaje es la muerte misma. El olor de la sangre da para una historia terrorífica creíble y perfecta. Esta noche no duermo. Un abrazo
ResponderEliminarJajaja, Juana. Es muy mala esta enfermera, pero la mayoría son excelentes profesionales y nos ayudan muchísimo. Muchas gracias por tu comentario. Un abrazo.
EliminarHola Pedro. Un relato muy opresivo, donde se palpa la angustia y el terror de los pacientes condenados a morir. Muy bueno el despiste final, en el que hablas de la prision y enseguida pensamos que la han atrapado, pero no, se buscó otro lugar donde seguir ejerciendo sin que puedan echarle nada en cara. Un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias, Jorge. Un abrazo.
EliminarHola, Pedro!! Te metes de lleno en la mente de la asesina, sus pensamientos, sus deseos de matar. Es estremecedor y muy crudo. He sentido como si estuviese leyendo el diario de la asesina. Enhorabuena y un abrazo!!
ResponderEliminarMuchas gracias, Cristina. Un abrazo.
EliminarQuiero imaginar que la Nancy enfermera es a la que te refieres. A no ser que fuera la muñeca con la que empezó a practicar sus insanias sadicas.
ResponderEliminarBuena opción la de meterse en la penitenciaria del estado. Ahí se mata legalmente pero con los mismos efectos secundarios. ¡Tremenda el ángel de la muerte!
Un abrazo
Si, esa muñeca es la referencia, Francisco. Muchas gracias.
EliminarUn abrazo.
Excelente micro, Pedro. Lo narras tan bien que estremece imaginarlo. Enhorabuena.
ResponderEliminarMuchas gracias, Carmen.
EliminarHola, Pedro. Vaya asesina en serie que nos has presentado. Sin piedad alguna, acaba con las vidas de su víctima hasta al alcanzar el orgazmo. Menudo bicho está hecha.
ResponderEliminarUn trabajo de 10. Felicidades.
Un buen espécimen, Bruno. Muchas gracias.
Eliminar¡Magnífico relato! El final tremendo, juegas con las expectativas para dar un giro buenísimo. enhorabuena
ResponderEliminarGracias, Valentín. Me gustó también tu micro.
EliminarUn saludo.
Pedro, me has dejado algo perturbada con tu micro, y mira que siempre he sido sanguinaria, pero suena tan cruel esa enfermera, impacta tu narrativa y asusta ponerse en sus manos. Una Villana con mayúscula. Un abrazo, disfruta del mes.
ResponderEliminarEsperemos no encontrárnosla por ahí, Harolina. Muchas gracias por tu comentario. Igualmente, buen mes para ti.
EliminarTremendo relato, Pedro, está genial de principio a fin ( el final inesperado es de traca) . Mi enhorabuena por lo bien que escribes, un placer leerte. Un abrazo.
ResponderEliminarMuchísimas gracias, Lola. Me alegro que te haya gustado.
EliminarUn abrazo.
Hola, Pedro. Menudo personaje más inquietante nos describes. Te toca esta para una extracción de sangre y te clava, como mínimo, la aguja hasta el hueso. Literalmente te limpiaría urgencias, no dejaria a uno vivo pudiendo oírles agonizar a todos en el pasillo.
ResponderEliminarSaludos
Hasta el tuétano, jajajaja. Haría una buena escabechina, JM.
EliminarSaludos.
Hola Pedro, un villano muy tétrico. Me ha encantado.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchas gracias, Dakota.
EliminarUn abrazo.
Lasangre que asco aguantarla todos los meses
ResponderEliminarel que escribe le lo gusta lo sexual del color de la sangre
Me escapo de aqui no pertenezco