En las montañas de Kantō, caminando bajo un espléndido bosque de alerces, me crucé con ella. Desde lejos, rodeada de toda esa niebla, parecía triste y abatida.
—Yo, poseo la llave—dijo mirándome. Una mirada de las que duelen.
Alargó
su brazo, sonreía.
No
se la razón, pero corrí a su encuentro.
Casi
la tocaba, cuando una rama en el sendero me hizo tropezar.
Lo
siguiente que vi, fueron las caras de los médicos.
—Tranquilo,
has despertado del coma—dijo una doctora.
Recordé
el dolor, el accidente, y también a ella…todavía no era el momento de
abrazarla.
Me encanta el micro, Pedro. Intrigante presentación de la escena que nos lleva hasta el hospital y con el misterio de la llave y demás. Muy bien narrado. Muchas gracias por tu aportación en el desafío. Un abrazo y hasta muy pronto.
ResponderEliminarMuchas gracias Lidia. Me alegro que te haya gustado. Un abrazo y hasta pronto.
EliminarComo toda mujer misteriosa, seguro que estaba ahí para algo que no era nada bueno. Si la abraza, no sale del coma jamás. Pobre chico.
ResponderEliminarSegurísimo. Un saludo.
EliminarMuy buen micro! A veces, aún no es tiempo...
ResponderEliminarHola Ana. Gracias por tu lectura. Efectivamente, a cada uno , cuando le llega su hora. Un abrazo.
EliminarMe encantó lindo corto inteligente texto
ResponderEliminarHola Mucha. Gracias por pasarte y tu lectura. Saludos.
EliminarUna maravilla en la tensión creada y el desenlace.
ResponderEliminarUn saludo.
Muchas gracias por tu comentario, Ángel. Un saludo.
EliminarPor suerte a mi jamas me hablan de micro siempre escribo corto y claro y contesto de frente soy frontal
ResponderEliminarme has encantado Te dejo un abrazo desde el silencio del mar en Miami
Gracias Mucha por tu lectura. Disfruta mucho del mar y de Miami. Un saludo.
EliminarEstá genial, Pedro! Un abrazo muy fuerte. Buen relato.
ResponderEliminarMuchas gracias RR. Un abrazo.
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