Totus Tuus


La iglesia estaba vacía, envuelta en una humedad desapacible, fría y callada. Un chapoteo interrumpió la paz, un hombre mojó los dedos en la pila del agua bendita para ungir su frente. Caminaba en dirección al confesionario, con la cabeza agachada, como si estuviera contando las baldosas del suelo. Murmuraba, sus labios se movían acelerados, pero sin emitir sonido alguno. Se arrodilló en el reclinatorio.

 — Ave María Purísima, Padre.

—Sin pecado concebida.

— En el nombre del padre — dijo el hombre santiguándose — y del Hijo y del Espíritu Santo.

— El Señor esté en tu corazón — el cura carraspeó — para que te puedas arrepentir y confesar humildemente tus pecados.

—Hace años que no me confieso, Padre.

—Hijo mío, nunca es tarde para volver a la casa del señor. ¿Cuáles son tus pecados?

—La última vez fue en el colegio, ante uno de mis profesores. El padre Celemín Galipienso.

 El sacerdote levantó la vista, un destello plateado se aproximaba a la celosía que separaba a ambos hombres. Una lluvia escarlata de astillas, pedazos de hueso y carne se esparció por el confesionario. El hombre se puso de pie, con dos dedos acariciaba repetidamente la cicatriz de su ceja izquierda. Huyó de la iglesia mirando al frente, con la cabeza alta. Las llamas de las velas en los candelabros temblaron a su paso.


Comentarios

  1. La venganza, en esta ocasión, se sirve con un destello plateado en un impactante final que nos cuenta la historia de una vida. O de dos. Muy bueno, Pedro.
    Abrazos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Efectivamente, Miguel. Dos vidas en pocas palabras. Esa era la idea.
      Un abrazo.

      Eliminar
  2. ¡Hola, Pedro! Parafraseando aquella frase de Watchmen, ¿quién confiesa al confesor? En tu estupendo relato una bala con su nombre. Un abrazo!!

    ResponderEliminar
  3. Pedro, un ajuste de cuentas en toda regla. Me gusta sobre todo por lo que no cuenta.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias, Angel. Tenia una segunda parte la historia, pero decidí no ponerla por se demasiado explicativa. Tras ver tu comentario, veo que acerté. Un abrazo.

      Eliminar
  4. nice post

    pls visit our blog at https://www.rehobothorganicfarms.com/supernapier

    ResponderEliminar
  5. Qué gran satisfacción siento cuando leo, aun en la ficción, que uno de los asalariados de la iglesia muere y se reúne con su amigo imaginario. Eso sí, el nombre de Celemín Galipienso es soberbio.

    ResponderEliminar
  6. Hola de nuevo, este es un relato corto e intenso como los que a mí me gustan.
    Por una vez, la justicia divina no hizo su aparición, ya que actuó antes la justicia del hombre.
    Mis felicitaciones.
    Besos de flor.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario