Anoche, cuando salía a cenar, fui víctima de un atraco. Si, como lo oyes. Un viejo presumido, noctámbulo y ciego asaltado en mitad de un parque, por la espalda y a traición.
—Dame la
cartera, abuelo.
Las palabras del tipo sonaban como si tuviese una pinza de la ropa presionándole la nariz. Lo había oído llegar por detrás arrastrando los pies. En un primer momento aposté a que sería algún mendigo buscando un lugar donde pasar la noche o un niñato borracho que iba a mear. Sentir la navaja contra mi espalda no me preocupaba en absoluto. Era peor el aliento de aquel drogadicto. El hálito, una mezcla de vino de cartón y tabaco rubio, dolía como una bofetada. Además, estaba mal taponado gracias a una hernia de hiato de pronóstico horrible. No sé como aquel hombre podía seguir con vida. Pero, mejor empecemos por el principio.
Tanteo con
el bastón buscando el poste del semáforo, alguien me habla.
—No se
preocupe, señor. Ya he pulsado el botón.
Otro payaso que
piensa que los ciegos no podemos valernos por nosotros mismos. Huele a loción
de afeitar de supermercado y me entran ganas de vomitar. Como he escuchado
perfectamente la pulsación del botón y estoy contando los segundos, un instante
antes de que el semáforo pase a verde, comienzo a andar y le dedico un piropo:
—Muchas
gracias, guapa.
Sonrío imaginándome la cara que ha puesto el imbécil. Lástima
no poder verla, pero me recreo con el eco de las risitas que me han regalado
las chicas que estaban a su lado.
Le transmito,
sin precipitarme, que la cartera la llevo en el bolsillo interior de la
chaqueta. Su sudor impregna el ambiente. Me empieza a cachear desesperado. Mis
tripas vuelven a rugir. Con un rápido movimiento, mis fauces atrapan su
garganta y cierro los colmillos. La arteria explota y el chillido ahogado que
emite el yonqui es imperceptible para el resto de los mortales. El regusto de
la droga en su sangre me resulta muy desagradable, pero cuando tienes hambre hay
que alimentarse. Odio, a muerte, la comida rápida.
Hola Pedro, magnifico relato el que nos regalas, la verdad que de lo mejor que he leído en relatos cortos sobre vampiros.
ResponderEliminarUn saludo.
Gracias, Angel. Es un texto que lo he pensado y trabajado bastante hasta que lo terminé. Te agradezco el comentario y la visita.
EliminarUn saludo.
Desde luego se puede decir que nos hallamos ante un tipo con un gran olfato je, je. Me ha gustado como has combinado esa exacerbación de los sentidos, cuando falla alguno, con el final tan sarcásticamente vampírico. Desde luego, algo hay que comer!!
ResponderEliminarUn gran abrazo, Pedro.
Hola, Miguel. El abuelo iba buscando solomillo, pero no le quedo otra opción. Gracias por la visita.
EliminarUn abrazo, crack.
Jajaajaj, ¡qué bueno!
ResponderEliminarGracias por pasarte, Cabrónidas.
Eliminar¡Hola, Pedro! Ya andaba barruntando que el tipo pudiera ser un envejecido Daredevil, cuando de repente aparecen sus colmillos afilados. Me encantó el relato con sorpresa final incluida, pero sobre todo como lo has narrado con ese tono de novela negra, sarcástico, condescendiente, duro... Esa combinación vampirico-marloweiana me ha resultado deliciosa. Un abrazo!!
ResponderEliminarGracias, David. Ya quisiera yo escribir algún día una frase, solo una, como Chandler. Te agradezco el comentario y la visita.
EliminarCabrónidas9 de febrero de 2022, 18:30
ResponderEliminarJajaajaj, ¡qué bueno!
Este tipo que siempre comenta malhumorado está feliz
La pelicula no es para mi
Hola, recomenzar. El tema de los vampiros es verdad, que no gusta a todo el mundo. Te agradezco mucho el comentario y la visita.
EliminarBuenísimo, muy ingenioso, enhorabuena! (no necesitas premios, tienes el don)
ResponderEliminarMe ha seducido cómo has conseguido que percibamos el mundo como un verdadero ciego, a través de olores, sonidos, etc. y la personalidad borde del vampiro está sensacional.
Saludo cordial :)
Muchas gracias, Maite. Me has sacado hasta los colores, jejeje.
EliminarUn saludo.
Hola Pedro. Me encanta cómo describes al personaje y el final me sorprendió, me arrancaste una carcajada. Un abrazo 🐾
ResponderEliminarMuchas gracias, Rosa. Un abrazo.
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