El viejo noctámbulo

 

Foto de НИКИТА К. en Pexels
 

Anoche, cuando salía a cenar, fui víctima de un atraco. Si, como lo oyes. Un viejo presumido, noctámbulo y ciego asaltado en mitad de un parque, por la espalda y a traición.


—Dame la cartera, abuelo. 

Las palabras del tipo sonaban como si tuviese una pinza de la ropa presionándole la nariz. Lo había oído llegar por detrás arrastrando los pies. En un primer momento aposté a que sería algún mendigo buscando un lugar donde pasar la noche o un niñato borracho que iba a mear. Sentir la navaja contra mi espalda no me preocupaba en absoluto. Era peor el aliento de aquel drogadicto. El hálito, una mezcla de vino de cartón y tabaco rubio, dolía como una bofetada. Además, estaba mal taponado gracias a una hernia de hiato de pronóstico horrible. No sé como aquel hombre podía seguir con vida. Pero, mejor empecemos por el principio.


 
Todo comienza en el callejón donde está mi casa. Estoy a punto de doblar la esquina para enfilar la avenida principal. Conozco cada palmo de este lugar. Mis huesos agradecen el calor acumulado durante el día sobre el asfalto, los cristales y las paredes. A lo lejos, distingo el sonido intermitente de una ambulancia, el repiqueteo de los pasos de los transeúntes sobre la acera y el murmullo alborotado de las conversaciones. Mi pituitaria amarilla es invadida por un fuerte olor a ajo de algún restaurante cercano. Los italianos y el ajo, al igual que los españoles, lo ponen hasta en la sopa. Odio el ajo, lo odio. Camino en dirección contraria, alejándome de aquella peste inmunda. Mi bastón pone banda sonora al trayecto, un clac-clac rítmico como de cabaret de los años veinte. Un claxon invade la noche, otro le responde por partida doble y después un chirriar de ruedas sirve de coda.
Tanteo con el bastón buscando el poste del semáforo, alguien me habla.
—No se preocupe, señor. Ya he pulsado el botón.
Otro payaso que piensa que los ciegos no podemos valernos por nosotros mismos. Huele a loción de afeitar de supermercado y me entran ganas de vomitar. Como he escuchado perfectamente la pulsación del botón y estoy contando los segundos, un instante antes de que el semáforo pase a verde, comienzo a andar y le dedico un piropo:


—Muchas gracias, guapa. 

Sonrío imaginándome la cara que ha puesto el imbécil. Lástima no poder verla, pero me recreo con el eco de las risitas que me han regalado las chicas que estaban a su lado.
 
Cruzo el paso de peatones y entro en el parque. Apesta a excrementos. Supongo que los fabricantes de bolsas para mierdas de perro deben estar pasando mucha hambre. Voy a mi banco de siempre, el que está tras el quiosco musical, para disfrutar de un poco de intimidad. Percibo jadeos tras los setos cortesía de los maridos ejemplares que sacan a pasear al perro, a ese que llevan entre las piernas. Hay gente haciendo deporte, sonidos de pisadas y girar de ruedas de bicicletas. El aire sabe a cannabis. Poco después de sentarme, escucho al tipo pedirme la cartera.


 
Él no sabe todavía que no es su noche de suerte. También desconoce que, aunque me clavase cien veces la navaja, no me haría ningún daño. Necesitaría un arma mucho más larga y, además, acertarme en mitad del corazón. Llevo más de dos siglos merodeando de noche por esta ciudad y he salido de algunas mucho peores. Me rugen las tripas.
Le transmito, sin precipitarme, que la cartera la llevo en el bolsillo interior de la chaqueta. Su sudor impregna el ambiente. Me empieza a cachear desesperado. Mis tripas vuelven a rugir. Con un rápido movimiento, mis fauces atrapan su garganta y cierro los colmillos. La arteria explota y el chillido ahogado que emite el yonqui es imperceptible para el resto de los mortales. El regusto de la droga en su sangre me resulta muy desagradable, pero cuando tienes hambre hay que alimentarse. Odio, a muerte, la comida rápida.

 




Comentarios

  1. Hola Pedro, magnifico relato el que nos regalas, la verdad que de lo mejor que he leído en relatos cortos sobre vampiros.
    Un saludo.

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    1. Gracias, Angel. Es un texto que lo he pensado y trabajado bastante hasta que lo terminé. Te agradezco el comentario y la visita.
      Un saludo.

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  2. Desde luego se puede decir que nos hallamos ante un tipo con un gran olfato je, je. Me ha gustado como has combinado esa exacerbación de los sentidos, cuando falla alguno, con el final tan sarcásticamente vampírico. Desde luego, algo hay que comer!!
    Un gran abrazo, Pedro.

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    1. Hola, Miguel. El abuelo iba buscando solomillo, pero no le quedo otra opción. Gracias por la visita.
      Un abrazo, crack.

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  3. ¡Hola, Pedro! Ya andaba barruntando que el tipo pudiera ser un envejecido Daredevil, cuando de repente aparecen sus colmillos afilados. Me encantó el relato con sorpresa final incluida, pero sobre todo como lo has narrado con ese tono de novela negra, sarcástico, condescendiente, duro... Esa combinación vampirico-marloweiana me ha resultado deliciosa. Un abrazo!!

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    1. Gracias, David. Ya quisiera yo escribir algún día una frase, solo una, como Chandler. Te agradezco el comentario y la visita.

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  4. Cabrónidas9 de febrero de 2022, 18:30
    Jajaajaj, ¡qué bueno!

    Este tipo que siempre comenta malhumorado está feliz
    La pelicula no es para mi

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    1. Hola, recomenzar. El tema de los vampiros es verdad, que no gusta a todo el mundo. Te agradezco mucho el comentario y la visita.

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  5. Buenísimo, muy ingenioso, enhorabuena! (no necesitas premios, tienes el don)
    Me ha seducido cómo has conseguido que percibamos el mundo como un verdadero ciego, a través de olores, sonidos, etc. y la personalidad borde del vampiro está sensacional.
    Saludo cordial :)

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    1. Muchas gracias, Maite. Me has sacado hasta los colores, jejeje.

      Un saludo.

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  6. Hola Pedro. Me encanta cómo describes al personaje y el final me sorprendió, me arrancaste una carcajada. Un abrazo 🐾

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