Aquel diciembre no resultó frio en exceso hasta que, la
nieve hizo su aparición. Al salir de casa, Alfredo contemplaba los carámbanos
de hielo colgando de los balcones y acudían a su cabeza imágenes fantasmales. El
joven era el relojero del pueblo, como lo habían sido antes su padre y su
abuelo, quienes, además, se llamaban como él.
Desde niño, sus fiestas transcurrieron recluido en el taller
junto a un estricto padre para, como mandaba la tradición, sustituirlo en el
futuro. Su espíritu navideño lo conformaron péndulos, cuerdas y manecillas. Así
es como Alfredo, desde pequeñito, aprendió a odiar la Navidad y a amar su profesión
sobre todas las cosas. Hubo una vez que, hasta estuvo enamorado, aunque finalmente
prefirió el oficio antes que a la inteligente y dulce Rosita.
Aquella mañana de Nochebuena caminaba veloz a trabajar.
—Felices fiestas, Alfredo — gritó el panadero.
El relojero respondió con un ligero movimiento de cabeza y
continuó andando.
Un grupo de niños correteaba por la acera y a punto
estuvieron de tirarlo al suelo.
—Dichosos críos —gruñó.
Su carácter huraño era conocido en el pueblo, pero todos lo
aceptaban así.
Una vez en el taller, colgó el abrigo en el perchero y fue a
sentarse en su mesa. Rodeado por las pinzas, la lupa y su llave de Jaxa,
se sentía bien. Al encender la lampara, la puerta se abrió emitiendo su
característico sonido. El relojero levantó la vista y observó al hombre mayor parado
en la entrada. Iba vestido de manera un tanto extraña y portaba una caja de madera
reluciente en las manos.
—Buenos días, caballero— saludó el hombre, haciendo gala de
unos modales exquisitos, como de otra época.
—¿Qué quería? —preguntó Alfredo.
—Pues mire, joven. Este antiguo reloj se ha parado de forma
inexplicable. Se lo traigo, por si puede echarle un vistazo.
—Déjelo ahí encima. Vuelva mañana y le diré si tiene arreglo.
–Joven, mañana es Navidad.
—No importa. Yo abriré de todas maneras.
—De acuerdo. Pero una cosa le digo, tenga cuidado con este
reloj, por favor. No lleva nada bien que
lo molesten.
Alfredo pensó que, a aquel viejo tan peculiar, le faltaban
varios tornillos.
—Aquí le espero mañana.
El anciano quiso añadir algo, aunque se limitó a negar
varias veces con la cabeza, mientras abandonaba el taller.
Alfredo, no exento de curiosidad, se levantó para abrir la
caja que había dejado tan extraño cliente. La sorpresa fue mayúscula. Era un reloj raro, pesado, de oro macizo y
con unos adornos pintados a mano que nunca había visto antes. Lo llevó hasta su
mesa de trabajo para desmontarlo y ver donde se hallaba la avería.
Una vez abierto, quedó impresionado con la calidad de cada
pieza del mecanismo. Tras realizar diversas pruebas con los engranajes, concluyó
que el problema estaba en la paleta. Rebuscó en uno de los cajones hasta dar
con una de repuesto. Le daba vergüenza usarla, comparándola con la calidad de
la original, pero solo sería para probar. Montó la pequeña pieza en forma de ancla,
limpió todo a conciencia y después de enrollar el muelle que daba cuerda…
¡Una enorme sacudida!
La habitación osciló de un lado a otro como un péndulo. El
relojero seguía sentado en su silla cuando la pared pasó a ser el suelo.
—¡AAAAHHHH!
Antes de sofocar el chillido, todo había vuelto a su
posición. El joven, desconcertado e incrédulo, echó a correr. En la calle,
mientras trataba de sosegarse y asimilar lo sucedido, reparó en el absoluto silencio
reinante. Miró a ambos lados y si la sangre se le congeló, no fue por el frio.
El tiempo estaba detenido. Y la gente, los árboles, los
pájaros y hasta la nieve, paralizados.
Nada se movía, excepto él.
Caminó calle abajo. Encontró al panadero con un brazo levantado
y una amplia sonrisa, pero inmóvil.
Siguió andando.
Los niños, que casi lo derribaron, permanecían congelados en
la acera. La calle estaba abarrotada de pacíficas estatuas. Entonces se percató
de algo. Sus vecinos, estáticos como viñetas
sobre el asfalto nevado, sonreían contentos. Todos menos él.
«¿Cuánto hacía que no sonreía?».
«¿Cuánto tiempo llevaba enfadado con el mundo?».
«Demasiado».
En mitad de aquella inmensa quietud...
Tic-tac.
Tic-tac.
Un sonido alojado en su cabeza.
Sin saber por qué, recordó al singular anciano y sus
palabras.
«Cuidado con este reloj, no le gusta que lo molesten».
«No era posible».
Corrió.
La clave estaba en el reloj. Era una estupidez, pero tenía
un presentimiento. Aunque no fuese por él, lo haría por sus vecinos. Llevaban
unas vidas felices y quizá, pudiese devolvérselas.
Sentado en la mesa, volvió a desmontar con mimo el mecanismo
y extrajo la paleta de repuesto que había utilizado. El reloj se detuvo en el
acto.
Alfredo se levantó sudoroso y, con temeridad, se dirigió a
la ventana. Lo que vio, le hizo reír a carcajadas y gritar en alto. El mundo se
había puesto en marcha de nuevo. La vida seguía su curso. Tras colocar con sumo
cuidado el reloj dentro de la caja, fue hacia el teléfono. Orgulloso y muy contento,
marcó aquel número que todavía se sabía de memoria.
—Diga.
—Rosita, soy Alfredo.
—Alfredo, ha pasado tanto tiempo.
—Lo sé, y créeme que, lo siento muchísimo.
—No sé qué decir, no esperaba ni por asomo escuchar tu voz.
—Solo quería desearte una feliz Navidad.
—Gracias, lo mismo te digo.
—Una última cosa, Rosita. ¿Quieres que cenemos juntos esta noche?
Mención Honorifica certamen diciembre 2021 en El Tintero de Oro
Novedoso y original relato navideño que mezcla ese aire de Dickens con un mundo casi de ciencia-ficción y ese fantástico recurso añadido del Tic-tac. Los diálogos hacen que la lectura sea muy amena y ese final romántico cierra el círculo de manera perfecta. Eso sí, lo mismo Rosita ya tiene compañía je, je.
ResponderEliminarFelicidades, Pedro.
Gracias, Miguel. Lo mismo Rosita es una abanderada del poliamor, en estos tiempos que corren, quien sabe, ja ja . Muchas gracias por la visita.
EliminarUn abrazo.
Gracias, Pedro, por participar con este relato en el homenaje a Charles Dickens y Cuento de Navidad. Un abrazo y suerte!
ResponderEliminarGracias, David. Abrazo.
EliminarHola, Pedro. Me ha gustado mucho el cuento, en el contexto del mundo del artista relojero. En este caso, el reloj era mágico y le hizo darse cuenta de la importancia del tiempo y las consecuencias de la pérdida del mismo, lo que le hizo recapacitar y desear provechar el tiempo con Rosita. Suerte en el concurso. Saludos!
ResponderEliminarHola, Mayte. Muchas gracias por tu visita y por tu comentario. Saludos.
EliminarParece ser que hasta el más miserable se ablanda en estas fechas. Buen relato y original. Gracias por compartir.
ResponderEliminarGracias a ti , Manuel. Por tu visita.
EliminarUn saludo.
Personas tan especiales los antiguos relojeros...encerrados en sí mismos y en sus mecanismos minuciosos para marcar el tiempo. De pronto, el tiempo los marca a ellos, y tu personaje logra reaccionar ante su alarma. Me ha encantado.
ResponderEliminarUn abrazo de Navidad
Muchas gracias, Juana. Otro abrazo para ti.
EliminarHola, Pedro. Me gustó mucho tu historia tan original y tan bien contada. Mucha suerte en el Tintero!
ResponderEliminarUn abrazo
Gracias, Mirna. Un abrazo.
EliminarHola, Pedro: un aplauso por tu historia tan original y tan bien contada. Un paralelo difuso del viejo avaro de Dickens.; creo que Alfredo es un avaro de su ternura. Me gustó mucho. Felicidades.
ResponderEliminarUn abrazo
Gracias , Beba. Un abrazo.
EliminarHola, Pedro. Me ha encantado tu clásico cuento a lo Dickens, (los compañeros te comentan este punto con toda la razón), y con un gruñón arisco incluido. El ritmo que le has otorgado, el ambiente un poco caduco, incluido el cliente como de otro tiempo, los datos técnicos sobre relojes antiguos, y el suceso final que hace reflexionar a Pedro sobre la inutilidad de la vida que llevaba hasta ahora. En suma, un buen cuento navideño propicio para estas fechas. Te felicito, Pedro.
ResponderEliminarGracia, Isabel. Por tu comentario y tu visita.
EliminarLa magia no podía faltar siendo Navidad, je,je. Un cuento en el que tampoco podía faltar el misterioso personaje que hace cambiar el caracter huraño y anti navideño del protagonista. Me ha gustado mucho, pues lo has narrado muy diestramente.
ResponderEliminarUn saludo.
Muchas gracias, Josep. Un poquito de magia siempre viene bien. Saludos y gracias de nuevo.
EliminarCon mucha magia te has ceñido increíblemente bien a homenajear a la conspicua figura de Mr. Scrooge, y tiene tantos buenos resortes la escritura que has compuesto....¡¡¡¡¡¡¡como la del maravilloso y enigmático reloj y su mecanismo!!!!!!!! Felices Pascuas!!!!!!!
ResponderEliminarGracias, Juan. Como comentaba anteriormente a Josep, no viene mal un poco de magia. Felices fiestas para ti también.
EliminarHola, Pedro. Magnífica y original historia. Todo cobra sentido cuando deja de tenerlo, cuando el tiempo se detiene y el raciocinio se convierte en un mal suplemento. La imagen de Alfredo rodando dentro de su taller la he vivido tal cual. Muy visual. Me encantó, de veras. Un relato distinto a todos los presentados.
ResponderEliminarUn abrazo y mucha suerte!
Muchas gracias, Pepe. Me alegran tus palabras.
EliminarUn abrazo .
Qué buen cuento Pedro, me encantan todos los elementos que incluíste en él: el reloj, el tiempo, el personaje que cambia su forma de pensar y de proceder. Me parece también que sabes mucho de relojes o te has documentado muy bien. Un excelente cuento de Navidad. Saludos.
ResponderEliminarGracias, Ana. Un abrazo.
EliminarSimplemente MARAVILLOSO. Recordare tu narracion por muchas navidades. Aunque mi reloj es digital....
ResponderEliminarMuchas gracias, Jose. Ja, ja, ja, somos presos de la tecnología. Saludos.
EliminarPedro un buen cuento donde la magia de Dickens se refleja en el relojero. Suerte en el tintero. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias, Mamen. Un abrazo y gracias por tu visita.
EliminarMagníficamente revivido el ambiente del cuento de Navidad de Dickens. El regalo de Navidad wue recibió sin merecerlo en forma de voltereta habitacional, es el mejor que podría desear y el que más necesitaba. Para que se vea que la Navidad trata a todos igual, independientemente de sus merecimientos. La magia justa.
ResponderEliminarLos detalles de las piezas específicas también han estado geniales
Abrazo y suerte
Hola, Gabiliante. Muchas gracias por tu visita. Un abrazo.
EliminarHola Pedro
ResponderEliminarArgumento muy logrado. He imaginado al protagonista en el reloj de la Puerta del Sol (no sé por qué) enredando en los engranajes que hacen que todos hagamos algo por consenso una vez al año. Me ha gustado cómo has jugado con el tiempo, de forma explícita y metafórica, y el aire dieciochesco que salía del relato. Tener a un huraño que al final sonríe funciona siempre como leiv motiv navideño. ¡Enhorabuena!
Muchas gracias, Matilde. Un abrazo .
EliminarMuy navideño. Un tipo asocial y que nunca sonríe, tiene la oportunidad de rectificar.
ResponderEliminarMuy de estas fiestas. Un abrazo
Gracias Albada. Un abrazo.
EliminarHola Pedro, me gustó mucho tu cuento fantástico y a la vez humano como le gustó a Dickens en su cuento de Navidad. Un abrazo y feliz Navidad
ResponderEliminarGracias, Nuria. Un abrazo.
EliminarUn cuento precioso, lleno de magia y con un personaje que remite claramente al viejo Scrooge. Me ha gustado mucho, Pedro. Felicidades y mucha suerte.
ResponderEliminarMuchas gracias, Marta. Saludos.
Eliminar¡Que preciosidad de cuento navideño! La magia del reloj que paraliza la felicidad del mundo. Y sí, he sonreído con ese relojero cascarrabias, que vive en su taller de espaldas al mundo y cuando mira por la ventana, he visto al Mr. Scrooge en su mejor versión.
ResponderEliminar¡Felicidades, Pedro!
Hola, Pilar. Gracias por tu visita y por tu comentario. Un abrazo.
EliminarHola, Pedro. Es inevitable el mismo comentario que te han hecho varios. Este relato recuerda a Dickens con su Cuento de Navidad, lo cual es un gran acierto porque has hecho un relato enigmático y mágico con una sacudida que ha cambiado a nuestro protagonista. Felicidades, buen relato. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias, isan. Un abrazo.
EliminarHola, Pedro. Tu relato rezuma a Dickens y la época victoriana como bien te han comentado los compañeros. El protagonista y su enigmático cliente, el oficio propio ya casi de otra época, el objeto extraño que no podía faltar. Y por supuesto la magia que tú le das con tu narrativa para que el relato de enganche de principio a fin. Eso sí, el truhan del relojero no había olvidado el teléfono de Rosita, eh? ;P ...Muy buen cuento de navidad. Me ha gustado.
ResponderEliminarSuerte en el Tintero, un abrazo y los mejores deseos para ti durante estas fiestas
Hola, Carles. Pues si, era un truhan , no había olvidado el teléfono de Rosita, jejeje. Me alegro que te haya gustado. Un abrazo y lo mismo te deseo.
EliminarPedro, enhorabuena por el cuento, me ha encantado la atmósfera creada, la historia te atrapa desde el principio y lo único que quieres es continuar hasta el final, conocer el desenlace.
ResponderEliminarUn abrazo y Felices Fiestas.
Gracias, Angel. Un abrazo y felices fiestas también para ti.
EliminarHola, Pedro. Parece ser que todos los Scrooge del mundo tienen sus propios "fantasmas" que lo guían hacia la felicidad.
ResponderEliminarUna propuesta muy original la tuya, con ese reloj al que no le gusta que lo molesten.
Te deseo lo mejor en el concurso. Un saludo.
Hola, Bruno. Muchas gracias por pasarte y por tu comentario. Saludos.
EliminarHola, Pedro. Todos merecemos una segunda oportunidad si como tu relojero la sabemos aprovechar. Finalmente los fantasmas de su imaginación le mostraron el camino de lo que realmente era importante y no dudo en pasar a segundo plano la tradición familiar por lo que su tic tac en cada latido le pedía. Muy apropiado tu cuento navideño. Saludos y suerte. 🎅🏼🖐🏼
ResponderEliminarGracias, JM por tu visita y por tu comentario. Si , yo creo que las segundas oportunidades , a veces funcionan.
EliminarUn saludo.
Hola Pedro. A veces necesitamos que algo nos sacuda para parar un momento en nuestras vidas y mirar a nuestro alrededor, en el caso del relojero fue ese misterioso reloj con el poder de detener el tiempo y hacerle ver como estaba derrochando su vida. Un cuento de Navidad en toda regla, con un aire clásico a lo Dickens con esa ambientación en el taller del relojero. Buena apuesta para el Tintero. Un abrazo y suerte.
ResponderEliminarMuchas gracias, Jorge. Exacto, necesitamos algo que nos haga click. Un abrazo y gracias por tu visita.
EliminarHola, Pedro. Inspirándote en el clásico de Dickens, nos presentas una historia de intriga sobrenatural con ese fantástico reloj como eje vertebrador de un emocionante relato que engancha desde la primera línea.
ResponderEliminarSuerte en el Tintero
Saludos cordiales
Gracias, Paco. Por la visita y por el comentario. Saludos.
EliminarHola Pedro , que relato tan bonito la verdad es que lo he disfrutado mucho
ResponderEliminary lo mejor es que aún no es tarde , para pedirle la cita para salir a la chica que le gustaba
te deseo una feliz tarde , y mucha suerte en el tintero de oro , saludos de flor.
Muchas gracias, Flor. Lo intentó al menos. El no , ya lo tenia, jejeje. Gracias por pasarte y por tu comentario.
EliminarEl impredecible paradigma del tiempo detenido, que de alguna forma nos hace pensar en los momentos desperdiciados con ocupaciones peregrinas.
ResponderEliminarCuando nosotros detenemos nuestro frenesí y recapacitamos, es cuando somos conscientes de lo mucho perdido con ese tiempo que no se detiene.
Muy reflexivo relato, ta te digo.
Un abrazo.
Exacto, Francisco. Hay que saber parar. Saludos.
EliminarBrillante el detalle del reloj que detiene el tiempo. Nunca es tarde si la dicha es buena, ¿no?
ResponderEliminarGran refranero el nuestro. Gracias por pasarte.
EliminarNo analizo los escritos como tu lo haces
ResponderEliminarEscribir y comentar bien no es analizar
Supongo que te hace feliz los comentarios que te han dejado
pero eso no es triunfar
Hola,Mucha. No persigo el triunfo. Tampoco lo ansío. Gracias por pasarte.
EliminarEs aburrido lo que escribes .Dedícate a otra cosa
ResponderEliminarHola, Silvina. Encantado de conocerte. Saludos y gracias por la visita.
EliminarEse reloj que detiene el tiempo es la forma clara de analizar lo que le sucede a tu protagonista
ResponderEliminarEl final nos alumbra lo que realmente estaba buscando
Un abrazo Pedro
Puri
Hola, Puri. Muchas gracias por pasarte . Un abrazo.
EliminarMe ha gustado mucho la historia. El hecho de que el protagonista fuera un relojero es simbólico, él arregla el tiempo de los demás, pero no es capaz de reparar el suyo. Pero gracias a ese anciano misterioso (que intuyo se tratará de Jesús, o de Santa Claus) se pudo dar cuanta de su error y ahora es momento de recuperar el tiempo perdido.
ResponderEliminarUn saludo.
Suerte en el Tintero.
P.D: no hagas caso de los malos comentarios. Se puede ver a lo lejos que son mal intencionados y no con ánimos de ser constructivos. No te desanimes por gente como esa (que seguro habla la envidia por ellos) y nunca dejes de escribir.
EliminarUn saludo.
Muchas gracias, Cynthia. Tirando de refranero, no hay mayor desprecio que no hacer aprecio. Saludos.
EliminarUn reloj muy peculiar que nos invita a cambiar nuestra manera de ver la vida y disfrutar el tiempo. Feliz navidad.
ResponderEliminarGracias, Raquel. Felices fiestas.
EliminarHola Pedro, un relato muy original, con tu particular Señor Scrooge, sin ningún tipo de apego a la navidad huraño y encerrado en su trabajo que termina siendo seducido por la magia que encierra el misterioso reloj, muy logrado, y con un final digno de Dickens, enhorabuena¡¡ saludos , un abrazo felices fiestas y suerte en el tintero¡¡
ResponderEliminarFelices fiestas , Mik. Un placer tenerte por aquí.
EliminarHola Pedro, vaya pedazo de relato el que nos compartes.
ResponderEliminarMe ha gustado todo su contenido y la manera de contarnos lo que sucede en la vida de Alfredo nos da a pensar en lo difícil que es para algunos lidiar con un destino heredado, en cambio para otros es todo su interés.
Menos mal que el espíritu de la navidad se encarga de ayudarnos a ver lo que generalmente no queremos ver.
Estupenda participación, me ha gustado mucho.
Feliz 2022 y muchos éxitos venideros.
Lo mismo te deseo, Harolina. Muchísimas gracias.
EliminarFelicidades, Pedro, enhorabuena por la mención honorífica a tu mágico relato.
ResponderEliminarAbrazos y muy buena entrada de año.
Muchas gracias, Carles. Un abrazo y lo mismo te deseo.
EliminarENHORABUENA, PEDRO, POR ESE DÉCIMO PUESTO.
ResponderEliminarUN ABRAZO
FELIZ AÑO
Muchas gracias, Paco. Un abrazo y feliz año para ti .
EliminarHola Pedro, no había leído tu cuento hasta ahora, bueno, bueno, me encantó, ese reloj y su vuelta con la alegría de vivir. Felicidades por quedar finalista en el Tintero. Feliz año nuevo.
ResponderEliminarMuchas gracias, Emerencia. Feliz año para ti también.
Eliminar