Recuerdo que mi compañero Miguelito sacaba unas notas
excelentes. Era el alumno mas brillante de todo nuestro cole. Un martes, todos
los amigos fuimos a casa de Juanito, que cumplía años. Su mamá había preparado
un montón de sándwiches, gusanitos de los rojos, que eran los que nos gustaban, y varias botellas de refrescos. Antes solo bebíamos refrescos en los
cumpleaños.
Nuestro amigo Jonás, cuyo padre tenía una pescadería e iba
mucho a la ciudad, trajo a la fiesta unos caramelos novedosos. Al parecer, cuando los comías, hacían burbujas en la boca y explotaban provocando una
increíble sensación. Todos estábamos intrigados ante aquellas chuches y Miguelito,
que además de listo era muy valiente, se decidió a probar el primero esos
caramelos del futuro, como los llamaba Jonás. Abrimos la bolsita de plástico
donde venían los diminutos dulces, que parecían pequeñas piedritas y, nuestro
amigo puso unos cuantos en la palma de su mano y de ahí directos a su boca.
Al principio empezó a poner caras muy raras, que más tarde
se convirtieron en muecas de verdadero asco. Raudo, echó mano del vaso de refresco
de Cola que había en la mesa y bebió un larguísimo trago para terminar con
aquel desagradable momento. Las caras de Miguelito se tornaron en dolor, empezó
a expulsar abundante espuma por la boca y cayó al suelo fulminado. La madre de
Juanito intentó reanimarlo sin éxito. Todos llorábamos cuando el medico nos
dijo, que le había explotado el estómago.
Excelente. En cuanto a cumplir los preceptos; pero es que además, es exacta a la que había en mi tiempo con los celebérrimos "Peta Zetas" y la descripción de los supuestos males era la que tú narras. De otro lado, ese recuerdo de mis mocedades me resultó muy simpático.
ResponderEliminar¡Abrazos de Hecatónquiro!💎
Exacto, Juan. Estos eran los famosos "Peta Zetas" que allá por los 80 tenían tras de sí esta leyenda urbana. Este es mi remake a esa leyenda, jejeje. El nombre Pop Rocks era el que tenían en ingles, pues al parecer se vendieron y se siguen vendiendo muy bien en el extranjero. Gracias por tu comentario. Un abrazo.
Eliminar¡Anda, Pedro, veo que también estás en este reto! Esta mañana leí otro.
ResponderEliminarDecirte que los petazetas eran buenísimos, los sandwiches de nocilla y chorizo :-9 y aquellas cosas sencillas que parecía el no va más.
¿Explotarle el estómago? Un dramático final pero gas y bombas más destino :-9
Un beso.
Hola, Mag. Aquellos tiempos donde con poco nos conformábamos. Eso decia la leyenda, que si mezclabas los petazetas con cola te explotaba el estomago, ja, ja, ja. Muchas gracias por tu visita y comentario. Un abrazo.
EliminarMuy buen microrrelato, me recordó a las leyendas que circulaban en mi niñez en la escuela y las competencias que hacíamos viendo quien soportaba más caramelos ácidos. (por suerte a ninguno nos explotó el estómago, je, je).
ResponderEliminarUn saludo.
Yo también recuerdo las competiciones de caramelos ácidos a ver quien soportaba más, jeje. Esto es mi remake de una leyenda existente . Gracias por tu visita y tu comentario, Cynthia
EliminarHola, Pedro. Una leyenda urbana en toda regla, esta de los petazetas. Un micro estupendo. Me ha encantado leerte.
ResponderEliminarSi, Marta. Un clásico ochentero. Gracias por tu visita y comentario.
EliminarJajajajaja, desconocía esa leyenda. Qué bueno el final. :))
ResponderEliminarGore a tope. En los 80 circulaba por ahí. Eran los tiempos de la teleindiscreta , Hermida, barrio sésamo y V. Anteayer, ja, ja, ja. Un abrazo, Crack.
EliminarHola, Pedro. Parece que soy más antiguo o no, los seltz se vendían por tiras y tenían el mismo efecto. Pero bastante antes de eso estaban los sobres de refresco a base de edulcorantes, colorantes y un montón de porquerías más, en una base de bicarbonato que te llenaban la boca de espuma y te pintaban la lengua. Muertos no acabamos como el de tu historia, pero no seria por no intentarlo hasta con el agua de las aceitunas que nos bebíamos. 🤣
ResponderEliminarMe has recordado todas estas leyendas de no tomes esto con Coca-Cola que te explota en el estómago, y claro había que probarlo a ver que pasaba 🤣🤣🖐🏼
Ostras los seltz. No me acordaba de ellos y los he comido muchas veces, muy clásicos. Los petazeta son de los 80 cuando yo era un crio. Lo de las aceitunas , ja , ja, ja, que bueno. La verdad es que antes no había tanto control como ahora, ni en la composición de las chucherías, que llevaban azúcar y sal a mansalva, ni en vigilarnos a los niños. Es por eso que a veces pues se nos iban las cosas de las manos, ja, ja, ja. Abrazo.
Eliminar¡Hola, Pedro! ¡Ostras! Esta la escuché en persona en mi época del colegio, de hecho, creo que incluso se corría la voz en el centro de que un niño había bebido coca cola con los peta zetas y le había explotado los dientes. ¡Ay, qué tiempos! La coca cola en realidad es casi un subgénero dentro de las leyendas urbanas, como la que dice que si la echas sobre un bistec al día siguiente este aparecerá consumido, o de aquellos que se han encontrado una rata o bicho muerto al beber de una lata... Un clásica leyenda urbana que has narrado maravillosamente. Un abrazo!
ResponderEliminarBuenas, David. Es mi remake de una clásica. Lo de la coca cola es un mundo aparte, ja, ja, ja. Gracias por la visita y por tu comentario. Un abrazo.
EliminarExcelente reinterpretación de la leyenda. Me gustó mucho el ambiente infantil, todos queriendo probar la novedad. Al final ser valiente le salió muy caro. Saludos.
ResponderEliminarMuchas gracias, Ana. Si que le salió caro, je, je, je. Saludos.
EliminarJoroba, pobre crío. Comió tanto que reventó... Ingenioso micro. Un placer leerte. Saludos
ResponderEliminarGracias por tu comentario y tu visita, Nuria. Saludos.
EliminarGenial, Pedro.
ResponderEliminarEl tema petazetas tenía guasa y creo que los niños de aquella época hicimos todo tipo de experimentos con ellos je, je. De hecho, no me resultaría nada extraño que esta leyenda urbana tuviera registros, quizás no tan trágicos, en los libros de urgencias de los hospitales españoles.
Estupenda aportación al reto.
Abrazos y buen fin de semana.
Aquellos tiempos eran una especie de Vietnam, ja, ja, ja. Estoy seguro de lo que comentas sobre los libros de urgencias. Un abrazo, Miguel.
EliminarPedro, que buenos los Peta Zetas y que recuerdos, muy acertada tu historia, ha sido un placer leerla.
ResponderEliminarUn saludo.
Muchas gracias, Angel. Un clásico sin dudad. Muchas gracias por tu comentario. Saludos.
EliminarEsta leyenda no la conocía, pero sí, en cambio, la que decía que si te tragabas un chicle se te pegaba en los intestinos y te podías morir, je,je.
ResponderEliminarMuy interesante, como todas las creencias sin fundamento.
Un saludo.
Hola, Josep. Lo de los chicles también lo he oído yo. No sabían como asustar a los niños. Muchas gracias por tu visita y tu comentario. Un saludo.
EliminarQué recuerdos me trae tu micro! Fantástico. Toda una leyenda urbana ochentera. Felicidades y saludos!
ResponderEliminarExacto, Maite. Gracias por pasarte. Un saludo.
EliminarLos chiquillos deben evitar los dulces y mas si son novedosos, no hay sea que pase lo mismo que a Miguelito, y mas si metio tambien la coca cola, un coctel mortal. Y estas precauciones deben ser el doble durante el halloween, porque no faltara alguien que ponga alguna de estas bombas esperando a reventar estomagos. El Padre de Jonas deberia ir a la carcel....
ResponderEliminarJose, manda algún detective de los tuyos para que resuelva el caso, je, je. Un abrazo.
EliminarPedro, qué buena leyenda urbana. Parece que la estoy volviendo a escuchar como hace ya cuatro décadas. Por cierto, esta golosina la he vuelto a encontrar no hace mucho en algún kiosko aunque con otra denominación, pero el efecto que producía era el mismo. La cara que pusieron mis sobrinos cuando lo probaron, ja,ja,ja,ja,ja, esta vez si quedó grabada para la posterioridad sus muecas al catarlo. Muy buena leyenda urbana. Un abrazo.
ResponderEliminarHola, Carles. Lo que no sabia yo es que en el extranjero tuvieron, y aun tienen mucho éxito. Detrás de su invención estuvo Antonio Asensio, el que era jefe de Interviú y presidente de A3 y del grupo Zeta en el pasado. De ahí viene lo de Zeta del nombre, por la denominación del grupo de comunicación. Gracias por pasarte y por tu comentario. Un abrazo.
EliminarMe has llevado directamente a mi infancia, Pedro. ¡Qué sensación tan excitante la de los peta zetas! Recuerdo que los adultos solían decirnos que esa basura tenía que criar gusanos o algo parecido en el estómago, de tanto "hervir". Tu leyenda es mucho más explosiva.
ResponderEliminarMe ha encantado tu relato.
Hola, Matilde. Muchas gracias por pasarte y por tu comentario. Fueron toda una novedad los petazetas en aquella época. Lo de los gusanos hubiese dado muchisimo juego en el relato también , la verdad. Un abrazo.
EliminarJeje ¡qué bueno, Pedro!, si los niños/niñas de aquel tiempo no nos hemos muerto de las chuches que hoy no pasarían un control sanitario, ya no nos mata nada. Inmunizaos. A mi me decían que si me tragaba un chicle se quedaba pegado a las tripas y había que abrir y operar, eso sí que es meter miedo a los chiquillos ¿o no?
ResponderEliminarHas conseguido hacer creíble la voz del niño y traerme algunos recuerdos.
Hola, Isabel. Eran otros tiempos y éramos mas duros. Ahora pruebas los gusanitos de los niños y saben a cartón piedra. Cuando yo era pequeño, allá por los años 80, llevaban tanta sal, que secábamos las fuentes publicas de tanto beber, y además chupando bien el grifo como estaba mandado.
EliminarEn cuanto a lo del miedo, de acuerdo totalmente contigo. Es que antes no sabían educarnos de otra forma, todo a base de inculcar miedo. Demasiado bien hemos salido, creo yo, je, je.
Gracias por pasarte y por tu comentario, Isabel. Saludos.
Hola, Pedro. Aquello sí que era un auténtico bombazo en la boca y el estómago. Los efectos de los peta zeta eran, son, una leyenda urbana de las que metían verdadero miedo a la chavalería. Me ha sorprendido y agradado mucho esta idea que has tenido. Estupendo micro. Un abrazo.
ResponderEliminarHola, Isan. Una leyenda clásica de mi niñez. Muchas gracias por tu comentario y por tu visita. Un abrazo.
EliminarMe gusta. Es una gozada la lectura. La voz narrativa va mostrando "cómo" se sienten los personajes. Cuando se muestra eso, la trama funciona y el lector lo agradece. Tal es el caso. Después puedes contar lo que quieras y permitirte el lujo de rozar el absurdo a lo "Monty Python", muy buena la frase final. Redonda .
ResponderEliminarBuen relato para una leyenda más, que recibe una ráfaga de frescura con ese narrador bien elegido.
Gracias y enhorabuena. Un abrazo y salud
Hola, Javier. Me alegra que te haya gustado. Muchas gracias por tu análisis en el comentario y por tu lectura. Nos leemos. Un abrazo y salud.
EliminarHola, pedro. Mira que esa leyenda esta difundida, incluso en la película de "Leyenda urbana", salen mofándose de ella. A mí ya me llegó tardía, vivo en un pueblo pequeño y todo venía con un retardo tan rápido como se iba, inclusive, los petazetas, je,je.
ResponderEliminarMagnífico aporte, como dice arriba el amigo Callieri, es una gozada el manejo que le das al narrador.
Un abrazo!
Buenas, Pepe. Te confieso que la peli que comentas, aunque hace tiempo que no la reviso y mi opinión podría cambiar, es un placer culpable.
EliminarSirvió de inspiración para este micro, al recordar la escena cómica que comentas en la clase del gran Robert Englund.
Me alegra que te haya gustado mi remake de esta leyenda urbana.
Un abrazo, Pepe.
En los ochenta era muy famosa esta leyenda urbana. No conocía tu blog, me quedo de seguidora y te invito a que te pases por el mío si te apetece.
ResponderEliminarUn abrazo y feliz día.
Hola, Rocío. Gracias por la visita. Pasé a leerte a tu blog. Muchas gracias por el comentario. Saludos y feliz día.
EliminarHola Pedro. Un clásico de las leyendas urbanas, aunque con tu toque personal, se ve que la mayoría de los que comentamos ya tenemos una edad porque recordamos los peta zetas famosos y otras chucherías de la época. El relato en primera persona y la introducción de los diminutivos al principio nos acerca más al punto de vista del niño que lo cuenta. Un abrazo.
ResponderEliminarHola, Jorge. Por los comentarios, te puedes hacer una idea de la edad del personal, je, je. Gracias por pasarte y por tu comentario. Un abrazo.
EliminarQué buenos recuerdos me has traído, Pedro, con esos cumpleaños de cuando era pequeño. Lástima lo de Miguelito, él fue el origen de la leyenda urbana. Snif, Snif.
ResponderEliminarUn buen trabajo. Felicidades.
Hola, Bruno. Todo era mas sencillo que ahora y eso contribuía a que la ilusión fuese mayor, creo yo. Gracias por tu comentario y tu lectura. Un saludo.
EliminarHola Pedro, no conocía la leyenda de esos dulces (aquí había unos llamados bola de fuego).
ResponderEliminarMe ha gustado como vas introduciendo los personajes y luego nos cuentas el acontecer novedoso, y lamentablemente trágico de esa inocente fiesta de cumpleaños que terminó en entierro...
Muy bueno el micro de esa leyenda. Que sigas disfrutando de la semana.
Hola, Harolina. Muchas gracias por tu comentario y por tu visita. Bola de fuego, con ese nombre también serian muy potentes. Igualmente, buen fin de semana para ti. Saludos.
EliminarPobre Miguelito, pero es que esos cumpleaños donde las chucherías eran para acabar en un hospital o en el peor de los casos como le ocurrió a tu protagonista, despues de tanta comilona jajajaja . Abrazos virtuales
ResponderEliminarHola, Raquel. Aquellos años en los que casi nada estaba regulado y nos dejaban comer sin mirar las etiquetas, ja, ja, ja. Gracias por tu visita. Un abrazo.
EliminarHola, Pedro, qué bien nos has metido en ese ambiente de infancia y cuando estábamos disfrutando ¡zas!, la frase final. Me ha dejado sin palabras. Un micro 10.
ResponderEliminarHola, Pilar. Muchas gracias por tus palabras. Un placer tenerte por aquí. Saludos y gracias de nuevo.
EliminarEn mis tiempos de chaval no había Peta Zetas (ahora los conozco por ms sobrinos jajaja),... pero nunca imaginé que podía haber estas variantes.
ResponderEliminarMe ha encabtado!
Eran auténticas armas de destrucción masiva, Norte. Muchas gracias por tu comentario y tu visita. Saludos.
EliminarEsta leyenda de los peta zetas la desconocía, de todas formas según cuentas en tu micro las consecuencias eran terribles.
ResponderEliminarBien narrada toda la historia.
Un abrazo Pedro
Puri
Hola, Puri. Muchas gracias por tu visita y por tu comentario. Un abrazo.
EliminarY este final tan truculento fue el final de Miguelito y la quiebra de la empresa fabricante de tan explosivos caramelos del "futuro" sin futuro para el afectado.
ResponderEliminarHay ciertos experimentos hechos con mentolado y coca cola por las redes, que es como para pensar en eso del consumo responsable.
Un saludo.
Si, exacto. El de los mentolados y la coca-cola era otro clásico. Gracias por la visita y el comentario, Francisco. Un saludo.
EliminarLos caramelos del futuro acabaron con el prometedor futuro de Miguelito. Me ha gustado esa forma de contar una tragedia como si fuera una broma. Buen micro para El Tintero.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pues si , fueron su desgracia. Gracias por el comentario y la visita. Un abrazo.
EliminarHola pedro, muy buen micro pero que cara se le desvío quedar al pobre de su amigo, por que yo no creo que tuviese la mala leche de querer matarlo, de todas formas te diré que para ser leyenda urbana está no la había oído.
ResponderEliminarLo que sí es verdad, es que no puedes mezclar Coca-Cola con beilys que es crema de licor de café, estas son dos mezclas que si las juntas se hacen una especie de pelota gomosa y puede reventar el estómago, y esto no es una leyenda urbana.
Me a gustado mucho tu relato, te deseo una feliz noche saludos de flor.
Hola, Flor. Pues si , es un clásico de los 80. Muchas gracias por tu visita y por tu comentario. Un abrazo.
EliminarHola, Pedro, recuerdo esos caramelos, nunca me dieron ganas de probar.
ResponderEliminarTe han servido para contar una historia que me ha parecido excelente, dentro de una fiesta de cumpleaños en la cual los niños en su inocencia y por ganas de disfrutar y probar las novedades son capaces de comer lo que más le tienta...
Un final inesperado y tremendo.
Felicidades.
Un abrazo!
Hola, Mila. Yo si los probé, sin consecuencias fatales, claro está, je, je. Muchas gracias por tu visita y por tu comentario. Un abrazo.
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